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Capítulo 8: ¿Despedidas?

Actualizado: 10 abr 2022

Regalo de Año Nuevo, ¡capítulo nuevo! Espero que lo disfruten ;)

JAMIE


Hasta el momento, iba siendo el día más extraño de mi vida: me había acercado a una desconocida, le había ayudado a recoger sus compras, y lo que era más, ¡estaba en su casa!


Lo más raro del asunto era que no me molestaba para nada: no mentía cuando le dije a Kate que acompañarla y ayudarla con la compra era la mejor oferta que había recibido en toda la semana. Era, al menos, mejor que ver a Mayra Plummer besuqueándose con alguno de los chicos del equipo de soccer.


Aunque sí diré que sentí algo al ver a Kate directamente a los ojos: si de por sí su sonrisa ya me había fascinado, ese par de océanos iban a hacer que me cayera de rodillas.


Eran los más hermosos que había visto: dejaban ver un carácter dulce y pacífico, una combinación que podía hacer que me desplomara en el suelo de la relajación que contagiaban si no fuera porque Kate cortó el contacto visual.


Intenté no darle muchas vueltas al asunto cuando estábamos en su auto camino a mi casa.

Lógicamente, dudé de volver a subirme en su auto y dejarla llevarme de regreso, pero no tenía ganas de caminar bajo la lluvia ni de recibir una reprimenda de mi madre por arruinar su preciosa alfombra de lino egipcio nueva con huellas de lodo, así que terminé accediendo.


No tuve que darle a Kate muchas instrucciones, porque la carretera principal era la única que daba al vecindario donde vivía.


Era imposible perderse en un pueblo tan pequeño como Hawkins, además: todo estaba señalizado, y tenía nombres tan simples que estaba a un paso de poder dibujar un mapa de la ciudad completo y con detalle.


Llegamos después de casi media hora de viaje.


-Vaya, así que vives en la “zona verde” – dijo Kate con tono de ligera sorpresa.


La “zona verde” se llamaba así por ser donde vivían los ricos del pueblo, y francamente, no terminaba de entender por qué vivíamos allí, si la razón de la mudanza era, según mi madre, “buscar nuevos aires”.


Quería pensar que mis padres escogieron esa casa porque era la más grande de las que se encontraban disponibles o porque era, de hecho, la única que lo estaba, pero conocía a ese par a la perfección, y la sencillez nunca fue su estilo.


-Si, bueno, mis padres dicen que lo simple no trae más que desgracias – le dije a Kate mientras se acercaba más a la casa.


-No te llevas muy bien con ellos, ¿verdad? – preguntó ella, con cierta preocupación y pena en su voz.


- Digamos que no tenemos mucho en común…-me detuve para pensarlo mejor, y al instante me corregí -. La verdad, es que no tenemos nada en común. A veces, pienso que la única razón por la que me tuvieron fue para que Charlie practicara para cuando tuviera que lidiar con admiradores o lameculos.


- ¿Charlie? Él es…


-Mi querido hermano mayor – respondí, con cierta molestia-. Vive y trabaja en Nueva York, pero por desgracia, está de visita.


- Vaya – de repente, se le abrieron los ojos, como si acabara de darse cuenta de algo importante-. Espera, ¿tu hermano no será Charlie Grant, el “Mago de Wall Street”?


Maldición, dije para mis adentros. Claro que Kate debió escuchar de él, si había estado en Nueva York.


Charlie era llamado “el mago de Wall Street”, por lograr que un simple granjero de Kansas se convirtiera en millonario de la noche a la mañana por comprar un par de acciones de una fábrica de comida de mascotas que pasó de estar al borde de la quiebra a incluso superar en valor a Purina.


-Ese mismo – respondí-. Todo un mago para el trabajo, pero una mierda de tipo…


- Estoy segura de que eso no es verdad – repuso Kate -. Tienes suerte, la verdad. Desearía yo tener hermanos.


-Suerte de la mala, querrás decir.


- Ay, Jamie, estás…


- ¿Exagerando? – le interrumpí-. Créeme, no es genial cuando te comparan todo el tiempo con los hermanos.


Para ese momento, Kate ya estaba a dos casas de la mía. Dos segundos después, habíamos llegado.


-Ah, es aquí- le indiqué, y con eso, Kate detuvo el auto.


Seguía lloviendo, pero ya no tan fuerte como hacía una hora.


-Listo – dijo Kate, con una sonrisa de satisfacción -. Sano y salvo en casa.


Sonreí cuando dijo eso.


-Gracias, Kate – le dije-. Por traerme, y también por escucharme. Debes pensar que soy patético.


-No es nada – aseguró ella -. Y no eres patético. No debes ser el único que se siente así. Pero verás que todo se solucionará.


- ¿Eso crees?


- Te lo puedo asegurar. Más bien, te agradezco por acceder a que te traiga a casa. Ha sido lo más interesante que he hecho en este pueblo desde que llegué.


- ¿De verdad? – sentí que mis mejillas estaban aumentando su temperatura.


-Bueno, la verdad, es lo más interesante que he hecho en toda mi vida aquí. Jamás había visitado la “zona verde”, si te soy honesta. Es como explorar el pueblo por primera vez.

-Siento decepcionarte, pero esta parte no es nada emocionante. Todo es lo mismo lo veas por donde lo veas.


-Llevas apenas dos años aquí, por eso lo dices – añadió Kate, con una sonrisita.


-Ok -le respondí, rendido.


Me atreví a mirarla a los ojos mientras reíamos, y nuevamente me sentí a punto de desmayarme de la paz que transmitían.


-Bueno, creo que será mejor que entre a casa – dije, y con ello, me desabroché el cinturón de seguridad.


- Sí, tienes razón – concordó ella-. Deben estar preocupados porque llegues tan tarde.


-Oh, estarán preocupados, no lo dudo – respondí, a sabiendas de que no lo estarían por mí, sino por la alfombra de lino egipcio que podría terminar sucia.


Antes de abrir la puerta para salir, sentí que debía volver a darle las gracias a la chica.


-Otra vez, gracias por traerme, y por escucharme.


-No fue nada -me aseguró Kate -. Gracias a ti por dejarme traerte, y por hablar.


Por impulso, extendí mi mano para estrechar la suya. El tacto de su mano con la mía acabó siendo peligroso: otra vez vi sus ojos azules, y comencé a temblar.


-Espero que nos volvamos a ver – dije sin pensar.


- Eso espero también – respondió Kate con una sonrisa.


Por fin, cuando solté su mano, salí del vehículo y caminé lentamente al porche de la casa.


Llegué a la puerta, y por alguna razón, volteé a verla. Ella me sonreía y despedía con la mano.


Le devolví el gesto.


Sólo dejé de verla cuando su auto desapareció de la vista a la carretera.


🌼🌼🌼🌼🌼🌼


Uhhhhh, como que algo está pasando, ¿no?


¡Espero que les haya gustado el capítulo!


¡Feliz Año Nuevo 2021!


¡Besos!


Clauu 😘

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