top of page

Capítulo 5: Accidente

Actualizado: 13 nov 2020

¡Por fin! Les traigo el capítulo cinco de la novela. ¡Disfrútenlo!


KATHERINE


Me desperté por el sonido de la alarma, el "Vals de las Flores" del ballet del Cascanueces. Raro, lo sé, pero era una de las pocas melodías que me hacía despertar de buen humor y con ganas de empezar el día con el pie derecho.


Tampoco es que estuviera de malas, en realidad. Simplemente me aburría esperar hasta el lunes para hacer algo de provecho que no fueran las funciones básicas humanas.


Apagué la alarma, y fui inmediatamente al baño a lavarme la cara para despejarme, como había hecho desde que tenía memoria.


- ¡Katie, cielo, a desayunar! -me llamó mi madre.


Inmediatamente, me puse la bata de peluche con corazones que tenía para dormir, y bajé al comedor.


Seguro debía de verme como un zombie, porque cuando llegué a la mesa, mi padre se sobresaltó y casi dejó caer su adorada taza de la Universidad de Penn State, su alma máter.


-Guau, princesa, te ves...eh...-no lograba articular palabra, por más que se esforzaba.


-Como un zombie, papá. No tienes que recordármelo - dije, con una risita.


Resopló aliviado al no tener que llamarme así, y procedió a servirse café.


Había waffles para desayunar, mis preferidos, junto con un poco de jugo de naranja y tostadas con mantequilla de maní, todo a libre disposición del que quisiera.


Me encantaba cómo mamá a veces tenía sus momentos de generosidad maternal.


Pero claro, debía haber gato encerrado: la última vez que hizo un desayuno así, lo hizo para pedirme que le consiguiera el último libro autografiado de Cassandra Lovett, la estrella del New York Times del año anterior.


-Mamá, ¿necesitas que haga algo por ti?


- Claro que no, cariño, ¿por qué lo preguntas?


La miré con una cara suave de “¿en serio?”, a la que claro, mi mamá no se resistió, y dejó salir lo que quería pedirme.


-Ay, cariño – empezó a decir, con voz suplicante -, de verdad siento tener que pedirte esto, pero necesito que vayas al supermercado a hacer las compras de la semana por mí. Te juro que iría yo misma, pero hoy estaré demasiado ocupada...


Bingo. Pero hacer las compras no era un pedido extremo. No me molestaba en lo absoluto.


-Mamá, no te preocupes, claro que iré - le respondí, con tono tranquilizante-. De verdad, creo que así no me sentiré un adorno más de la casa.


-Gracias, cariño - agregó ella, mientras reía -. Sabía que podía contar contigo.


Asentí con una sonrisa suave de “te saliste con la tuya”, y seguí con los waffles.


Una vez que terminé, subí a mi habitación y me preparé para salir al supermercado.


Todavía no había deshecho las maletas, por lo que tomé lo primero que encontré entre el desorden del equipaje: una sudadera gris, pantalones cómodos y mis confiables Converse, a las que ni cinco años de uso lograron golpear.


Como toque final, tomé la gorra gris que me obsequió Jen por fin de clases, bajé las escaleras, tomé cincuenta dólares del pote de "Dinero de comida", cogí mis llaves y salí de la casa.


Frente a mí tenía el auto que me habían regalado por adelantado por la graduación: un hermoso Kia Picanto de color rojo brillante, el que moría por echar a andar por primera vez después de una semana de espera.


El auto encendió a la primera por suerte, y no demoré en llegar a mi destino.


El supermercado no quedaba muy lejos, pero prefería gastar dinero en gasolina en lugar de pagar un taxi para cargar las bolsas. Quedaba al lado de Pop's, el café en el que prácticamente vivía los fines de semana, y al que iba cada vez que mentía al decir que había sido invitada a las fiestas por pura casualidad.


Logré terminar las compras en un récord de media hora, porque uno: ya sabía exactamente qué era lo que faltaba, dos: no perdí el tiempo viendo cosas extra, y tres: a esa hora no estaba tan lleno.


Mientras salía, luchaba para que las cosas no se cayeran de las bolsas, que estaban realmente pesadas. Pero siendo terca como yo misma, no me iba a rendir hasta llegar a la maletera del auto para guardar todo ahí y largarme a casa.


Pero las bolsas eligieron el momento en el que estaba por abrir la maletera para romperse y dejar todo en el suelo.


Justo cuando estaba por recoger todo, escuché una voz:


- ¿Estás bien?


Se me acercó un chico que debía ser skater, a juzgar por su ropa parecida a la de un aficionado al deporte, aunque llevaba un vaso de café en lugar de skate en la mano.


No sabía que allí iba a comenzar todo.




Hasta aquí llega el capítulo cinco! :D


La verdad es que voy ya avanzando el capítulo 17, así que de publicar los capítulos seguidos aquí en el blog, sí se podrá sin tanto problemaaa :p


¿Qué tal les ha parecido? ¿Qué creen que pasará? ¡Los leo abajo!



¡Y esto fue todo por el post de hoy!


Si les gustó, no olviden darle un corazón, compartirlo ni de suscribirse si quieren formar parte de esta pequeña y humilde familia.


Y si lo desean, si es que les interesa, pueden seguirme en mis redes sociales:


¡Mil gracias por pasarse por aquí, y nos leeremos en una próxima oportunidad!


¡Besos!


Clauu 😘

Comments


¡Escríbeme un mensaje! 

¡Gracias por escribirme!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page