Capítulo 6: Nunca te he visto por aquí
- Clau Angeles
- 13 nov 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 8 dic 2020
Re doble de tambores!! ¡Llegó el capítulo 6!

JAMIE
No me considero una persona exactamente sociable: ni siquiera encuentro el coraje de pedirle a una anciana que me dé la hora del día.
Pero esa vez no sé qué me pasó, que tuve el impulso de acercarme a una total desconocida.
- ¿Estás bien? -le pregunté a la chica.
Al acercarme a ella, supuse que debía ser al menos un par de años mayor que yo, porque me quedaba claro que ese auto le pertenecía.
No pude evitar darme cuenta de que era bastante guapa.
-Si, no te preocupes - respondió ella. Tenía una voz hermosa y suave -. Solo tengo que recoger todo esto.
-Espera, déjame ayudarte - me agaché para ayudarla a recoger las cosas, antes de que pudiera oponerse.
Cuando terminamos, la chica me lanzó una mirada de agradecimiento y cansancio.
Vaya, qué hermosos ojos azules...
-Gracias por tu ayuda - dijo, con una sonrisa.
Qué sonrisa.
-N.…no hay de qué - le contesté, mientras sentía que empezaba a sudar -. ¿Y.…todo eso es para ti?
Ella soltó una risita.
-Para nada. Son las compras de casa. Mi mamá no tuvo tiempo de venir, así que me pidió que yo hiciera todo. No hay forma de que pueda comer todo eso por mí misma.
-Me parece lógico - me quedé un momento sin saber qué decir. Luego al instante solté lo primero que se me ocurrió-. Soy Jamie, por cierto. James, en realidad, pero me dicen Jamie.
Extendí mi mano para estrechar la suya, cosa que ella hizo con algo de timidez.
- ¿Jamie? -volvió a sonreír. ¿Era eso ternura en su mirada? - Me gusta tu nombre.
- Gracias...creo – respondí, sin dudas con la cara como un tomate por lo que dijo -. Y tú eres...
- Ah, soy Katherine. Puedes llamarme Kate.
- Kate...suena lindo.
Si no fuera por los truenos y la lluvia que comenzó a caer de la nada, no me daba cuenta de que no nos habíamos soltado las manos, ni siquiera después de presentarnos.
- ¡Demonios, lo que me faltaba! - se quejó Kate-. ¡No te quedes allí, súbete!
Al instante, se metió al auto, abrió la puerta del copiloto, y me instó a subirme.
No soy enemigo de la lluvia; de hecho, me hubiera gustado quedarme caminando completamente mojado, como solía hacer en ocasiones similares.
Pero esa misma sensación extraña me decía en ese momento que la obedeciera.
- ¿Todo en orden? - le pregunté, una vez adentro del vehículo.
-Perfectamente ahora - contestó ella, mientras se quitaba el gorro y arreglaba su largo cabello en una coleta - ¿Qué me dices de ti? ¿Alcanzaste a mojarte?
Me reí.
-No, para nada. Aunque no me hubiera molestado.
- ¿En serio? - Kate me lanzó una mirada irónica - Te hubiese dejado afuera, entonces.
-La lluvia no me molesta, pero no es que me guste exactamente.
Kate rió con suavidad.
-Qué gracioso eres.
-Mi segundo nombre es “gracioso” - respondí, con cierto sarcasmo. Sabía perfectamente que lo que le decía respecto a la lluvia era por mi lógica propia, y no un chiste - Oye, ¿y de dónde eres? No recuerdo haberte visto por aquí.
Ella agachó levemente la mirada, y terminó de meter sus brazos en las mangas de su sudadera.
-Ah, bueno, en realidad, yo nací aquí, y he vivido aquí toda mi vida, pero he estado en Nueva York por unos cuantos años. Acabo de regresar. Más bien, yo nunca te he visto por aquí, al menos durante las fiestas. ¿Eres nuevo en el pueblo?
-Así es. Me mudé desde Los Angeles hace dos años.
Eché una mirada a mi cappuccino. Por cortesía, le ofrecí la bebida a Kate, quien la aceptó y le dio un pequeño sorbo.
-Guau. ¿Los Ángeles? - me devolvió el vaso de café, y colocó las manos sobre el volante del auto - ¿Por qué querría tu familia abandonar una gran ciudad como esa por un pueblo aburrido y sin gracia como Hawkins?
-Créeme, lo mismo me he estado preguntando todo este tiempo.
Ambos reímos. Me fijé en Kate: tenía una sonrisa de verdad preciosa.
Cuando se nos acabó la risa, pasó un rato hasta que volvió en sí.
-Oye, tengo que dejar las compras en casa o se arruinarán. ¿Te importa si...?
-Ah, lo siento. Entiendo - estuve a punto de abrir la puerta para salir cuando me detuvo del brazo.
-No, espera. Te iba a preguntar si no te molesta que te lleve a tu casa después de dejar las compras.
En ese momento, sentí por primera vez la sangre subirse a mi cara. Una desconocida (en ese momento no tan desconocida, pero era casi lo mismo) me estaba diciendo que la acompañara a quién sabía dónde, para recién después llevarme a casa.
A pesar de que sabía que Hawkins era el único pueblo en todo el país con una tasa de criminalidad casi nula (gracias a su diminuto tamaño), no pude evitar sentirme algo incómodo.
-Eh...no t-te preocupes por m-mí – tartamudeé - Puedo regresar a pie. No vivo muy lejos.
Mentira. Vivía a dos kilómetros del lado opuesto de la calle, y si llegaba con los zapatos mojados, me ganaría una reprimenda de parte de mi madre, y no por haber regresado empapado hasta la médula, sino por haber ensuciado la alfombra nueva.
-Es mi modo de agradecerte por ayudarme con las cosas - respondió ella, sonriente -. No es ninguna molestia, créeme. No dejaré que la lluvia te caiga.
Seguí insistiendo en que no era necesario que me llevara a casa, pero no conseguí nada. Así que no hice más que ponerme el cinturón de seguridad.
Fin del capítulo 6! :D
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